Las revelaciones de William Rodríguez Abadía, el "heredero" del cartel de Cali
- 23 noviembre 2014
William Rodríguez Abadía se autodefine como "el hijo del cartel de Cali", uno de los emporios criminales más temidos de Colombia que, en las décadas de 1980 y 1990, manejaron su padre Miguel y su tío Gilberto Rodríguez Orejuela antes de ser arrestados y eventualmente extraditados a Estados Unidos.
Mientras su padre y su tío pagan condenas de 30 años de cárcel en Estados Unidos por narcotráfico, William Rodríguez negoció con la justicia estadounidense una significativa rebaja en la pena de 20 años que le habían impuesto, y la posibilidad de permanecer en ese país con su familia después de salir de prisión en 2010. En total estuvo cinco años en la cárcel.
Pudo haberse cambiado el nombre aprovechando su estatus de protegido del gobierno estadounidense, pero no lo hizo, aunque mantuvo un bajo perfil, lejos de los medios de comunicación.
En días recientes, ha regresado a los titulares de las noticias colombianas por el lanzamiento de un libro donde ofrece su versión sobre los hechos que involucraron al cartel y sacudieron a Colombia a finales del siglo pasado.
William Rodríguez compartió con BBC Mundo partes de su historia, desde el "punto de no retorno" en el enfrentamiento de su familia con Pablo Escobar y su cartel de Medellín, hasta el efecto benéfico que considera que tuvo para el fútbol colombiano la injerencia de los dineros del narco en el deporte.
El enfrentamiento con Pablo Escobar
¿Quién era usted dentro del Cartel de Cali?
Yo era miembro de familia, era hijo de Miguel Rodríguez y sobrino de Gilberto. Yo era un niño, un muchacho, que después asumió algunas obligaciones que mi papá me delegó cuando cayó preso en el año 1995. Asumí el liderazgo político y jurídico de esta organización.
¿Cuál fue el momento más próspero de cartel de Cali?
El año 1986-1987 fue el de mayor esplendor del Cartel de Cali. Estaban pensando seriamente en retirarse del narcotráfico pero tuvimos un pequeño problemita que se llamó Pablo Escobar.
¿Cuál era la diferencia entre el Cartel de Cali y el Cartel de Medellín?
Mi papá y mi tío comenzaron este negocio más que todo por dinero, a ellos realmente no les interesaba si otra persona estaba haciendo igual de dinero que ellos; su afán era enriquecerse, salir de la miseria. No querían ser presidentes de Colombia, ni senadores. Ellos confrontaron a este tipo (Pablo Escobar) que era lo contrario: quería ser presidente de Colombia, quería ser y fue representante a la Cámara. Al no lograr su objetivo decide atentar contra las instituciones, comienza a poner las bombas, a asesinar a personalidades de Colombia, a secuestrarlos. Nunca les perdonó que lo desafiaran.
Juan Pablo Escobar, hijo de Pablo Escobar, acaba también de publicar un libro en el que dice que su padre se suicidó. ¿Qué puede decir usted al respecto?
Yo creo que el único que realmente puede descifrar este enigma es mi padre. No lo digo yo, es públicamente conocido que el Cartel de Cali auxilió a las autoridades por mucho tiempo tanto económicamente como con información. Fueron un bastión importante en la caída del señor Escobar.
Mi papá fue el primer hombre en Colombia que supo que Pablo Escobar estaba muerto, lo llamaron del operativo. La versión que tengo yo me la dijo mi padre, era que uno de los hombres del Bloque de Búsqueda (la unidad militar que perseguía al jefe del cartel de Medellín) había disparado el último impacto de bala contra Escobar.
La entrega
¿Qué pasó con toda la fortuna que tuvo el cartel de Cali, quién se quedó con todo eso?
En el 2006, luego de que yo me entrego, comenzamos un acercamiento con la justicia de EE.UU. y con la colombiana. Llegamos al acuerdo familiar de entregar todas nuestras acciones dentro de todo nuestro emporio y ahora están en manos del gobierno colombiano.
¿En qué momento decidió entregarse?
Fue un proceso largo, no era fácil. No vengo aquí a excusarme, yo soy responsable de todo lo que hice. Pero ya pagué por ello y merecí todo lo que me tocó porque me equivoqué en la vida. Comencé a salirme el día en que me pegaron los ocho tiros, cuando sufrí el atentado en mayo de 1996.
Pero fue mucho después de 1996 que usted estuvo prófugo, entre 2002 y 2006…
Estuve esos cuatro años prófugo esperando que mi padre y mi tío tomaran una decisión. Ellos tenían temor, sabían que si los cogían aquí (en Estados Unidos) iban a morir en una cárcel.
Y bueno, ahora si mi padre tiene fortuna, saldría a los 86 años.
Sí, y en cambio usted consiguió una condena de cinco años. ¿Usted negoció sus beneficios para su libertad hundiendo a su tío y a su papá?
Eso especula la gente. Fueron cuatro años de un problema que en un 90% ciento no era mío. Yo nunca mandé droga a EE.UU., mi parte era una conspiración, la corrupción y el lavado.
Yo les decía que teníamos que arreglar pero ellos querían seguir con sus viejas costumbres, tratar con sus relaciones políticas de quedarse en Colombia. Vino la primera extradición de mi tío en diciembre de 2004. Después viene la de mi papá en marzo de 2005.
Esperé hasta que subieron a mi papá amarrado con un bluejean gris y una camisa azul. Ya tenía que pensar en mí, en mis dos hijas. Además, fue un acuerdo al que llegamos con él en (la cárcel colombiana de) La Picota.
Mafia y fútbol
Cuénteme del América de Cali, el equipo profesional de fútbol colombiano que por años manejaron su padre y su tío Gilberto. Su papá se volvió mecenas del equipo y ganó por lo menos cinco campeonatos nacionales…
No fueron cinco estrellas, fueron 13 mientras nosotros estuvimos al manejo de esa institución. Es innegable que el narcotráfico se metió en el fútbol colombiano, pero a Colombia antes le metían seis goles Brasil, Argentina, Uruguay, y ahora tiene la capacidad de igualar a esas potencias mundiales.
Se trajeron grandes jugadores, el fútbol colombiano fue muy competitivo en los años 80 y fue a raíz de esta inyección de capital. Hay que analizar el equipo de 1980, era casi la selección Suramérica en el América: Willington Ortiz, Cabañas, estaba Gareca… ¿Realmente crees que necesitábamos comprar todos los partidos?
La vida en Miami
¿Cómo es ahora su vida en Miami? ¿De qué vive?
Vivo como cualquier persona de clase media. Vivo en un townhouse, con mis dos hijas y mi mujer. Vivo de mi trabajo, dedicado al mundo de la construcción. Es una vida normal. Tuve una empresa que hacía sistemas de impermeabilización para techos, para terrazas, para parqueaderos.
¿Y mantiene su nombre? ¿El sistema de protección de testigos de EE.UU. nunca se lo cambió?
A mí me hicieron la propuesta para cambiar mi identidad pero primero fui responsable con la identidad que tienen mis dos hijas, no podía cambiar su vida por mis errores y mis pecados.
Y nunca fui a un juicio en contra de nadie, realmente no tengo enemigos tan grandes en este país como para temer por mi vida. Ahora soy William Rodríguez Abadía, por mucho tiempo fui "el hijo de", ahora tengo mi identidad propia, soy un hombre libre.
Pero su libro se llama "Yo soy el hijo del Cartel de Cali"
Se llama ese libro así porque yo soy hijo de los dos, uno es mi padre biológico y el otro que es Gilberto, mi tío, que me crió desde los 13 hasta que tenía 28 años.
Yo no quería tanto este nombre, era mi tercera opción, lo escogió la editorial.