Natalia Guerrero
BBC Mundo, Miami
Lunes, 10 de junio de 2013
24 horas antes de disputar un partido contra España, la selección haitiana de fútbol no tenía todavía uniformes ni había podido entrenar. Llovía sin parar en Miami y sus limitados recursos no le permitían alquilar un espacio cubierto para las prácticas.
Haití, uno de los países más pobres del mundo, había enviado a su selección a esta ciudad estadounidense para enfrentar por primera vez en su historia a los campeones del mundo, España, en un encuentro que a la postre perdió el sábado por dos goles a uno.
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Los incentivos para asistir al encuentro incluían la presencia de las grandes estrellas españolas y la promesa de que por cada entrada al estadio se donaría un dólar para Haití, además de la curiosidad por ver un clásico encuentro de David contra Goliat.
Sin embargo, el estallido de júbilo de los casi 37.000 espectadores en el estadio Sun Life cuando el delantero haitiano Donald Guerrier anotó el único gol de su país contra España, contrastó con la realidad del equipo durante el resto de la semana.
BBC Mundo acompañó a la solitaria selección haitiana durante su paso por Miami en la aventura de jugar contra la selección que todos querían ver.
Camiseta extra
Eran las 3:30 de la tarde del viernes, día anterior al partido, y acababan llegar los uniformes al hotel donde estaba alojada la selección. El colombiano Miguel Trujillo, agente exclusivo de la Federación de Fútbol de Haití, y que es quien gestiona al equipo, estaba angustiado. No quería que los jugadores ni los técnicos llegaran a la rueda de prensa ni al reconocimiento de terreno sin la camisa puesta.
"Tienen que estar igual que España. Haití empieza una nueva era en la que no les va a hacer falta lo básico. No son menos que nadie", afirmaba el agente.
Efectivamente, Trujillo tuvo que hacer todo tipo de maniobras para que las 11 cajas con la ropa para el partido llegaran a tiempo.
Venían desde Colombia porque Saeta, una marca de uniformes deportivos, aceptó patrocinar a Haití con uniformes de alta tecnología. Su contrato con la Federación haitiana, según dice Trujillo, es por cuatro años en los que la compañía invertirá cerca de US$1 millón apostándole a que las camisetas oficiales se vendan desde su web y la de la Federación.
Pero según Judelain Aveska, defensa de la selección haitiana, lo más emocionante del acuerdo es que de ahora en adelante podrán intercambiar las camisetas al final de los partidos, lo que antes era impensable. Si la camiseta se iba los jugadores no tenían otra para jugar en el siguiente encuentro.
Una semana tormentosa
Ese viernes los organizadores habían conseguido un campo de prácticas a las afueras de Miami. El entrenamiento duró menos de 15 minutos. Los jugadores alcanzaron a formar dos círculos, pero y mientras cantaban y reventaban el campo a carcajadas, de repente empezó a granizar y tuvimos que correr para refugiarnos bajo un alero cercano a la cancha.
Tras dos horas de espera sin esperanza de que escampara, Blake Cantero, director técnico del equipo, de origen cubano, manifiestó preocupación porque el equipo no había podido entrenar. En gran parte por la lluvia y también porque él sólo había llegado al país el día anterior.
"Somos cubanos, no nos dan la visa fácil", nos dijo para explicar su retraso. Agregando que el preparador físico, también cubano, tampoco obtuvo la visa a tiempo para estar en el partido.
Cantero le pidió a los jugadores que se montaran al bus y nos aseguró que los pondría a trotar por los pasillos del hotel porque "no pueden llegar así mañana".
Los dos cubanos están a cargo de la selección haitiana desde hace poco más de un año. Su presencia en el equipo está enmarcada en un acuerdo de cooperación entre las federaciones de fútbol de los dos países y que se entiende como una misión de Cuba en Haití.
Cada uno tiene asignados US$1.000 de sueldo mensual, que es lo que la federación del país alcanza a pagar con el único patrocinador que tiene. O para ponerlo en perspectiva frente al rival, cerca de 158 veces menos de lo que ganaba el seleccionador español Vicente del Bosque en 2012.
La vida después de la muerte
El terremoto del 2010 que dejó devastado al país y más de 200 mil muertos, sembró en los jugadores un sentimiento renovado de responsabilidad por el país.
Es una realidad materializada en el ranking de la FIFA, en el que Haití ha subido 18 posiciones en los últimos dos años, estando ahora en el número 63, por encima de países con condiciones económicas mucho más favorables para el deporte y con mucha más tradición en competencias internacionales.
"Después del terremoto algo muy fuerte pasó dentro de los jugadores, una reacción positiva a la tragedia. Entendimos que no jugábamos sólo para nosotros, pero no porque antes no pasara sino porque ahora tenemos la manera concreta de conseguir dinero para el país", dice Jean-Marc Alexandre, mediocampista del equipo.
Uno de los primeros ejemplos de esa manera concreta de ayudar a su país ocurrió pocos días después del terremoto. El equipo viajó a Alemania para jugar un partido cuyas ganancias se donaron al gobierno haitiano.
"Después del terremoto algo muy fuerte pasó dentro de los jugadores, una reacción positiva a la tragedia. Entendimos que no jugábamos sólo para nosotros..."
Jean Marc Alexandre, mediocampista de la selección de Haití.
En ese partido recaudaron casi medio millón de dólares que fueron invertidos en la reconstrucción de la sede de la federación de fútbol que desapareció con la tragedia, y en la construcción y optimización de las instalaciones de fútbol.
El fútbol profesional haitiano cuenta ahora con bus propio, una escuela para niñas en las que se les da el entrenamiento, educación académica, alimentación y hospedaje gratis como una opción de vida fuera de sus entornos difíciles.
"La pelota es una cosita redonda y es de todos"
Antes del partido, Aveska, defensor en el Independiente de Rivadavia, equipo de la segunda división argentina, formaba una esfera imaginaria con sus largas manos y al preguntarle si creía que Haití puede derrotar a España me dijo en español con acento argentino: "La pelota es una cosita redonda y es para todos".
Su amigo Jean-Marc Alexandre, jugador del Orlando City en la MLS, liga de fútbol estadounidense, coincidía en que los dos equipos tenían las mismas posibilidades.
"Los respetamos pero no significa que no podamos vencerlos, estamos listos y emocionados de jugar", le dijo el jugador a BBC Mundo.
Ambos aseguraban ser cristianos y cuentan que antes del partido lo que definitivamente hacen es rezar.
"Antes de salir al campo rezo para que el rival no se lesione porque una lesión te puede acabar la vida", asegura Jean-Marc.
"No somos extraterrestres"
A pesar de la derrota de 2-1 frente a España, los haitianos salieron contentos del partido. Los hinchas agrupados frente a los buses a la salida del estadio recibieron a los haitianos como si hubieran ganado, les pidieron autógrafos y se tomaron fotos con ellos.
Minutos antes, en la rueda de prensa en el estadio, Guerrier estaba sentado entre el técnico Cantero y el traductor. Se veía contento. Contó que el gol se lo dedicó a su hijo que nació el día anterior, al que le puso Cristiano.
Aunque él y sus compañeros habían sido pacientes con la pregunta recurrente de los periodistas, esta vez decidió contestar con más contundencia.
-¿Qué siente de haberle marcado un gol a la mejor selección del mundo?
-"Yo no soy un extraterrestre, soy humano y mi trabajo es meter el gol si me llega el balón. En la cancha todos somos iguales".
Con esa actitud la selección de Haití partió ese mismo día rumbo a Brasil donde lo espera un nuevo encuentro amistoso contra Italia el martes.
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